En estos días tan lamentables para la vida de los habitantes de Ucrania, vienen a mi mente los recuerdos de la visita que hice a ese país en la primera semana de enero de 1988. Quizás lo más impactante fue estar más de una vez al inicio y al final de la famosa escalera Potemkin, pero sólo ver dos o tres metros hacia arriba o hacia abajo, debido a una niebla tan espesa que cubría toda la ciudad.