Para asistir a la XI Asamblea Nacional del Partido Demócrata Cristiano,
entre febrero y marzo de 1971 tuve que ser sucesivamente elegido delegado
distrital de Jesús María, delegado provincial de Lima y delegado departamental
también de Lima. Ejercicio participativo en un partido pequeño pero que
intentaba tener prácticas escrupulosamente democráticas. Después de haber
participado como delegado pleno u observador en seis o siete asambleas
nacionales ordinarias y un par extraordinarias, no me imaginaba que esa sería mi
última asamblea en el PDC.