Cuando el viernes 21 de octubre de 1977 recibí una llamada telefónica de
una línea aérea indicándome que tenían un pasaje a mi nombre, quedé muy
sorprendido. Unos doce o quince días antes en reunión de la dirigencia del
Partido Socialista Revolucionario, PSR, habíamos decidido que debería unirme a
la delegación partidaria compuesta por tres exiliados residentes en México quienes
viajarían a fines de ese mes a Europa. Pero lo que me informaron por teléfono
era que tenía un pasaje de ida y vuelta a… Guayaquil.